domingo, 10 de diciembre de 2017

CINCO CLICHÉS QUE ODIO DE LA LOCUCIÓN Por Gianfranco Fuscaldo Albino


Siempre que escucho en la radio o la televisión decir ciertas frases hechas me pregunto si los seres humanos en verdad tenemos tanta creatividad como creemos, o somos un cúmulo de vivencias, de estímulos que copiamos sin darnos cuenta. 

Es un hecho que un individuo asimila la lengua, las frases, el lenguaje y las actitudes de los que están a su alrededor. 

El ser humano es el único animal que jamás deja de absorber conocimientos. En los oficios y sobre todo en el arte, vemos que los individuos desarrollan capacidades y talentos a partir de que ya conocieron y admiraron los de otros.

Por ejemplo: un escritor tiene sus ídolos, y de los ídolos uno aprende, uno intenta parecerse a la persona que admira y “crear” nuevas cosas.

Así un pintor, un escultor, un artista, un escritor, un cantante etc. “va echando en el costal” la influencia de sus maestros, de sus ídolos y de los profesionales que fueron sus predecesores.

Mario Vargas Llosa leyó a un Miguel de Cervantes y un Cervantes a su vez leyó a un Aristóteles. Por eso, para nada es extraño que hoy, con las nuevas tecnologías de la información aún estemos repitiendo viejos patrones. 

Antes de esas “nuevas tecnologías” estaban en auge la radio y la televisión, ahora el boom es la plataforma de videos You Tube; A ya casi dos décadas de iniciado el siglo XXI escuchamos que las nuevas generaciones de locutores, periodistas y hasta los llamados influencers y you-tubers siguen colocando en su lenguaje las mismas “frases ya hechas”.

Aquí va la lista:

1.- “Ombligo de la semana”
2.- “Por fin es viernes”
3.- “Jueves: viernes chiquito”
4.- “Es lunes, buen inicio de semana”
5.- “Déjame les platico”, “déjenme contarles que…”

Desde 1982 que “tengo uso de razón” he escuchado decir a los grandes profesionales del micrófono estas “palabritas”, que hoy, 2017, ya chocan, ya cansan, ya están muy usadas, y denotan que no hay mucha creatividad y originalidad de los que trabajan del otro lado del micrófono.

Hagan el ejercicio de monitoreo de medios, escuchen cualquier programa de radio, ya sea local o nacional, enciendan la computadora y también comparen a los nuevos influyentes del ciberespacio; es quizás porque los millennials crecieron con las frases tipo Raúl Velasco:

“Aún hay más”

Unos han intentado inmortalizar algunas frases, 
pero no´más dan pura vergüenza.

¿Qué me dicen de los que ya quieren imponer su propio estilo al hablar?

¿Qué opinan de los que han querido pero su impacto ha sido mediocremente?

Les doy algunos nombres: 

Maggie Hegyi movía su brazo al despedir cada nota en el desaparecido programa de televisión "Con Sello de Mujer".

Gustavo Adolfo Infante con su mamón estilo al hablar.

Rafael Mercadante, con su “ahoritita regresamos”

Fabiruchis, con su palabra “zafarrancho” 

Javier Alatorre, con su “esta noche en Hechos”

Jaime Mausán, con su “nadie hace nada” 

Y Álvaro Cueva  con su “chéquelo”.

No nos disgusta que los señores del micrófono hagan el intento por parecer originales, pero hay algo cierto; menos es más, y la simpleza también es bien recibida.

¿Por qué imponer una frase o tonadita si la audiencia no es tonta y sabe que estamos ejerciendo un viejo truco de la mercadotecnia?

Solo mentes inteligentes pudieron imponer su estilo:

Ejemplo de ello, Paco Malgesto, y en estas épocas nos guste o no un Toño Esquinca o Mariano Osorio.

Aunque los odien, los televisos hicieron un estilo propio: 

Joaquín López Dóriga, Óscar Cadena, Nino Canún, Jacobo Zabludovsky, Guillermo Ochoa padre, Adela Micha y el controvertido Raúl Velasco.

Pero ¿qué se necesita para ser un excelente comunicador?

Es que se necesita talento, horas de lectura, inteligencia, experiencia en los medios, humildad y haber ido a la escuela para no caer en los lugares comunes. No se vale en estas épocas escuchar las mismas tonterías que se daban en la radio comercial de 1988.

Si tienen una frase que en verdad les guste o alguna que no, háganla llegar por medio de los comentarios.

Podéis ir en Paz; este escrito ha terminado

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